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ENTREVISTA CON EL DR. MANEL JUAN, JEFE DE SERVICIO DE INMUNOLOGÍA DEL HOSPITAL CLÍNIC

“Los casos más graves de Covid-19 se han producido por una respuesta exagerada del sistema inmunitario”

MÓNICA G. SALOMONE

La batalla se libra en el interior de cada persona contagiada. Entender cómo reacciona el sistema inmunitario humano a la infección por el SARS-COV-2 permitirá entender por qué en algunos resulta letal y otros la superan sin síntomas. También otras cuestiones clave, como si es posible reinfectarse; cuánto dura la inmunidad tras haberse curado; o si la exposición previa a otros virus resulta protectora. La investigación avanza rápido. El Dr. Manel Juan, jefe de Servicio de Inmunología del CDB-Hospital Clínic, en Barcelona, explica en esta entrevista lo que ya se sabe, y lo que no.  Para más información sobre la pandemia del coronavirus, consulte el Especial sobre COVID-19 en Portal Clínic, la web de información de salud realizada en colaboración con la Fundación BBVA.

26 mayo, 2020

¿Una respuesta defensiva exagerada?

La respuesta inmunitaria del paciente es tan importante que, de hecho, puede resultar letal: lo que produce la muerte de los pacientes de COVID-19 es habitualmente una reacción defensiva desmedida y generalizada. Cada vez más estudios, como este muy reciente de la revista Nature, hallan en los casos más graves multitud de indicadores de una inflamación excesiva, un fenómeno conocido como ‘tormenta de citocinas’. También se observan problemas en la sangre, como un exceso de coagulación, que pueden ser consecuencia indirecta de una sobreactuación del sistema inmunitario.

¿Se puede tratar esta respuesta exagerada? “Se está intentando predecir en qué pacientes va a ocurrir, y se está intentando tratar, desde luego. Pero desgraciadamente no siempre con éxito”, explica el Dr. Juan.

¿Por qué tan grave en unos, y tan leve en otros?

Una de las preguntas que se hacen los expertos desde el inicio de la pandemia es por qué en algunas personas los síntomas son muy leves o inexistentes, mientras que para otras la COVID-19 resulta letal. El estudio del genoma de SARS-COV-2 de miles de pacientes en todo el mundo, y específicamente en España, descartan por ahora que estas diferencias tengan que ver con distintas cepas del virus. Es decir, la clave está en los propios pacientes. Y sin duda la edad es un factor esencial -se está analizando al detalle cómo cambia la respuesta del sistema inmunitario en los pacientes mayores-, pero no el único.

Una pista podría proporcionarla un reciente trabajo publicado en la revista Cell, que sugiere que la exposición a otros coronavirus -causantes de infecciones leves, como un simple resfriado- también podría activar al sistema inmune contra el SARS-COV-2. Este trabajo analizó la respuesta inmunitaria de tipo celular, es decir, basada en las células llamadas linfocitos T. Estas células tienen un papel fundamental, porque “son realmente las que eliminan el coronavirus, y también guardan memoria para evitar futuras reinfecciones”, explica el Dr. Juan.

Los resultados arrojaron una sorpresa: no solo la sangre de quienes ya habían superado la infección tenían linfocitos contra ella, sino también sangre de donantes sanos obtenida entre los años 2015 y 2018, cuando el SARS-COV-2 aún no existía. La hipótesis de los autores -no demostrada- es que hay algún tipo de inmunidad cruzada entre el nuevo coronavirus y los cuatro que causan entre el 15 y el 30% de los resfriados comunes. Es un fenómeno que “no sorprende” a los inmunólogos, señala el Dr. Juan, porque ya se ha visto con otras epidemias -la exposición previa a virus de la gripe pudo proteger a los mayores contra el de la gripe A, cuando se produjo su reaparición, por ejemplo-.

¿Cuántas personas se han infectado?

Una epidemia puede amplificar su extensión con cada nuevo contagio: el agente infeccioso rebota multiplicado, como ganando impulso, en cada individuo al que infecta. Solo cuando quedan pocos puntos donde impulsarse -pocos individuos susceptibles de ser infectados- la epidemia se frena, porque quienes ya han superado la infección ejercen de barrera protectora para los demás. Ese fenómeno se conoce como inmunidad de grupo. En el caso de la COVID-19 se estima que, para alcanzarla, al menos el 60% de la población debe superar la infección.

Pero en España esta cifra es solo de alrededor del 5% de la población -unos 2 millones de personas-, según los resultados preliminares del estudio ENE-COVID-19 realizado por el Instituto de Salud Carlos III. Se trata del primer estudio de este tipo a gran escala en todo el mundo y se basa únicamente en el estudio de la presencia de anticuerpos, no de linfocitos T. Los inmunólogos subrayan este punto porque “podría ocurrir que una parte de la población estuviera protegida, por tener inmunidad celular, pero no tuviera anticuerpos”, dice el Dr. Juan.

Es el único estudio sobre inmunidad a gran escala por el momento, y sus resultados están en la línea de otros realizados recientemente en poblaciones más pequeñas. El estudio ha consistido en detectar anticuerpos contra el SARS-COV-2 en más de 60.000 personas, seleccionadas por el Instituto Nacional de Estadística para representar al conjunto de la población española. Las muestras se recogieron entre el 27 de abril y el 11 de mayo.

Los datos revelan una alta variabilidad geográfica: “Mientras que Ceuta, Murcia, Melilla, Asturias y Canarias presentan prevalencias inferiores al 2%, las Comunidades de Castilla-La Mancha y Madrid superan el 10%”, indica el informe hecho público por el Ministerio.

También hay muchas diferencias en función de la edad. El 1,1% de menores de 1 año tenía anticuerpos contra el virus; el 2,2% de los niños entre 1 y 5 años; y el 3% entre 5 y 9 años. El porcentaje más alto, hasta el 8,7%, se alcanzaba en los grupos entre 40 y 59 años. En cuanto a los trabajadores de los sectores esenciales, la prevalencia obtenida ha sido muy similar, un 5,3%.

El Dr. Juan recomienda no obstante esperar a los resultados definitivos del estudio, que llegarán cuando se hayan analizado los datos con los tests de mayor fiabilidad.

¿Cuánto dura la protección?

Una pregunta clave, en lo que respecta a la inmunidad ante el nuevo coronavirus, es cuánto dura la protección que confieren los anticuerpos. El estudio ENE-COVID-19 no puede responder aún esta cuestión. Pero basándose en la evidencia que aportan otros coronavirus, como el primer SARS, de 2003, el Dr. Juan considera que la protección durará como mínimo seis meses, y más probablemente años. Se ha constatado que pacientes que superaron el SARS hace una docena de años todavía tienen anticuerpos y no hay motivo para pensar que sea distinto para el nuevo coronavirus.

¿Se puede tener anticuerpos sin haber tenido síntomas?

“Puede ser que el grado de protección varíe en función de la gravedad de la enfermedad”, dice el Dr. Juan. Se ha observado que la presencia de anticuerpos en los participantes del estudio serológicos era proporcional a la sintomatología que declaraban haber tenido. El 8% de quienes referían entre 3 y 5 síntomas de la COVID-19 tenía anticuerpos, frente al 14% de quienes declaraban más de 5 síntomas.

Un dato que confirma la importancia de los contagiados asintomáticos en esta pandemia es que hay un 2,5% de participantes en el estudio que no tuvieron ningún síntoma, pero sí presentaron anticuerpos IgG.

¿Pueden contagiar a otros quienes ya se han curado?

“Los resultados hasta ahora muestran que las partículas virales residuales presentes en pacientes que ya han superado la COVID-19 ya no tienen capacidad infectiva”, dice el Dr. Juan.  Pero también recuerda que “es un virus nuevo, es imposible garantizar nada, por eso también quienes tienen anticuerpos deben siempre protegerse y proteger a los demás”.

¿Se puede superar la enfermedad y no tener anticuerpos?

Algunos trabajos muestran que algunas personas superan la enfermedad pero no desarrollan anticuerpos. Manel Juan explica que, si bien los anticuerpos tienen un papel clave -actúan como banderas que señalan las partículas virales-, son otras células del sistema inmunitario, como los linfocitos T, las que se ocupan de su destrucción. Es posible, por tanto, no presentar anticuerpos y sí vencer al virus, desarrollando incluso una protección duradera.

En cualquier caso el estudio ENE-COVID-19 no ha hecho más que empezar. El objetivo es seguir a los participantes y también ampliar la muestra, para obtener información de cómo evoluciona la pandemia y la protección de la población frente al virus. Se prevé realizar otras dos rondas más de toma de muestras, separadas en el tiempo.

“Tenemos que aceptar que hay cosas que no sabemos”

“Los ciudadanos piden certezas, pero tenemos que aceptar que esta situación en nueva”, dice el Dr. Juan. “Hay mucho que aún no sabemos, y lo que sabemos puede cambiar cuando obtengamos más datos. Así es como funciona la ciencia”. Esta incertidumbre inevitable hace, en su opinión, que “tomar decisiones sea muy complicado”.

La investigación avanza rápida y los resultados se suceden, pero a menudo necesitan tiempo y más datos para consolidarse.