“Cuando pase esta crisis, espero que superemos el sesgo cognitivo de subestimar el peligro del futuro y nos preparemos para afrontar la siguiente pandemia”
Las psicólogas Shelley Taylor y Susan Fiske, galardonadas recientemente con el Premio Fronteras del Conocimiento en Ciencias Sociales, analizan en esta entrevista el impacto que puede tener la pandemia del coronavirus sobre las relaciones sociales. Ambas expertas consideran que esta crisis no solo supone una amenaza directa para la salud, sino que además pone en riesgo uno de los recursos más importantes que tienen las personas para afrontar cualquier amenaza: el apoyo social. Sin embargo, las dos premiadas confían tanto en el ingenio de los seres humanos para encontrar formas alternativas de comunicarse y mantener el contacto, a través de la tecnología, como también en su capacidad de resiliencia ante situaciones de estrés.
11 mayo, 2020
Pregunta.- Según su experiencia y su trabajo sobre psicología de la salud y soporte social, ¿cómo cree que está afectando a la salud de la población la situación de aislamiento social por confinamiento? ¿Y en el caso particular de los enfermos ingresados y aislados de su familia o de las familias cuyos seres queridos han muerto en el hospital sin poder despedirse de ellos?
Shelley Taylor.- Esta enfermedad no solo amenaza la salud directamente, sino que pone en riesgo los recursos más importantes que tienen las personas para abordar una amenaza de este calibre, y el principal recurso es precisamente el apoyo social. Por razones de seguridad, debemos limitar nuestros contactos sociales, pero sabemos que estas restricciones son malas para la salud. Lo que no sabemos todavía, y quizás la pandemia nos proporcione la oportunidad para investigarlo, es cuánto del beneficio del contacto social se puede obtener a través del contacto virtual, es decir, hablando por teléfono, videoconferencia, email e incluso viendo a las personas discutir sobre problemas comunes en televisión. Sería muy útil saber esto.
Susan Fiske.- Las personas somos seres sociales, así que el aislamiento es muy duro para nosotros. Pero también somos seres ingeniosos e imaginativos, y estamos utilizando herramientas del siglo XXI para estar con nuestros amigos y familiares de maneras nuevas. La investigación en el campo de la cognición social nos dice que valoramos sus imágenes y símbolos, su compañía y su conversación, incluso a través de las formas de comunicación más minimalistas. Para aquéllos que tienen a familiares enfermos o han sufrido la pérdida de sus seres queridos, cualquier forma disponible de conexión y comunicación es importante. Sabemos que la conexión y el apoyo social mejora la respuesta del sistema inmune, reduce la inflamación y mitiga el estrés.
P.- ¿Cómo pueden ser útiles las ilusiones positivas tanto en la situación actual como en la que se produzca cuando acabe el confinamiento? ¿Pueden esas ilusiones positivas ser perjudiciales porque nos hagan confiarnos de cara a un rebrote o nueva oleada de la enfermedad?
S. T.- Las ilusiones positivas no ayudan en absoluto si ciegan a las personas ante la seriedad de la pandemia y les llevan a ignorar las medidas de seguridad que deben adoptar. Sin embargo, sabemos por los resultados de investigaciones previas que las ilusiones positivas no se desvían mucho de la realidad. Estas ilusiones rara vez distorsionan la realidad de forma extrema. La mayoría de las personas son perfectamente conscientes de que existe una amenaza de vida o muerte ahí fuera. El mundo real envía muchas señales que desmontan creencias excesivamente positivas que de otra manera podrían ser desastrosas. Las ilusiones positivas en la situación actual podrían ser de varios tipos: no voy a enfermar o morir; las personas a las que quiero no van a enfermar o morir; esto pasará en unos pocos meses. Tales creencias pueden resultar ser ciertas, pero hasta que puedan demostrarse por la vía de los hechos, pueden ser ilusorias. Mientras tanto, pueden proporcionar calma y tranquilidad, la capacidad para resistir cada día con al menos algo de optimismo, y un estado corporal (por ejemplo, con niveles bajos de las hormonas del estrés) que fomenta una buena salud mental y física. Es ahí donde se demuestra la capacidad adaptativa de las ilusiones positivas.
P.- ¿Cómo puede su investigación en el campo de la cognición social ayudarnos a afrontar el estrés de la situación actual de confinamiento y distanciamiento social?
S. F.- Piense en sus necesidades sociales en términos de BUC(K)ET (siglas en inglés de Belonging, Understanding, Control, Enhance yourself y Trust others):
- Pertenencia (Belonging): encuentre maneras de conectar y comunicarse con otras personas. Somos criaturas sociales, y por tanto es muy importante mantenernos conectados, aunque tengamos que hacerlo a distancia.
- Conocimiento (Understanding): busque información fiable (no solo información fácil, sino fuentes expertas).
- Control: Cuando hay tanto fuera de control, encuentre cosas que sí puede controlar: cómo hacer ejercicio, comer, asearse. Dedíquese a proyectos factibles, objetivos razonables para cada día (ordene un armario, o un cajón).
- Autoestima (Enhance yourself): Valore su fortaleza y resiliencia.
- Confianza (Trust others): Esta pandemia está sacando lo mejor de muchas personas, su generosidad y su valor. Agradezcamos y mostremos nuestro genuino aprecio por los que nos ayudan.
P.- ¿Cuáles cree que pueden ser las principales consecuencias de la alarma sanitaria en el futuro de las interacciones sociales? Usted ha estudiado distintos modelos culturales de interacción:¿quizá se imponga el modelo oriental que no propicia tanto el contacto físico?
S. T.- Lo más probable es que nuestras interacciones sociales vuelvan a ser las de siempre, una vez que la amenaza del virus desaparezca. Sin embargo, si el virus se convierte en un aspecto permanente o estacional de nuestras vidas, entonces, sí, creo que la vida social cambiará muchísimo. Los cambios más probables serán que la gente limitará sus contactos sociales fundamentalmente a un grupo reducido de familiares y amigos muy cercanos; el contacto casual con otras personas y con compañeros de trabajo se reducirá; y el papel del contacto virtual en nuestras vidas se multiplicará de manera muy notable.
S. F.- Espero que las personas tosan y estornuden en en sus codos y se laven más las manos. Espero que apreciemos y valoremos a los sanitarios que se han jugado la vida por nosotros. Espero que los gobiernos locales y nacionales nos ayuden a reentrar en la sociedad. Cuando pase la tormenta, espero que todos podamos superar el sesgo cognitivo de subestimar el peligro del futuro; debemos planificar nuestra estrategia para afrontar la siguiente pandemia. Al mismo tiempo, espero que no recurramos a categorías raciales para explicar lo que ha pasado. El virus no discrimina por categorías raciales, así que la violencia o la discriminación contra personas de origen chino no tiene ningún sentido. La epidemia podía haber empezado en cualquier sitio, así que la tendencia de culpar a otras personas de una crisis, porque así parece menos arbitrario, es innecesario y erróneo. En cuanto a la distancia física, las culturas asiáticas se juntan más que las occidentales. Pero creo que podemos aprender una lección de ellas sobre el seguimiento de normas que son desagradables para nosotros como individuos, pero buenas para nuestras familias y comunidades. La investigación en el campo de la cognición social demuestra que mantener nuestras identidades colectivas es importante para nuestra salud y bienestar, es un rasgo universal de la naturaleza humana.